Oficio y desierto

Construida con block de concreto, paneles de aglomerado, policarbonato, acero y concreto pulido, la Casa Carranza del arquitecto cachanilla Mario Carranza se relaciona directamente con su contexto: el inclemente desierto de Mexicali con su viento y luz ardiente.

Este artículo se publicó en la versión impresa de Domus México 05, febrero/marzo 2013

Arquitectura reflexiva
Nacer y crecer en la quinta ciudad más caliente del mundo no debe ser cosa fácil. Si la arquitectura es una disciplina estoica, en Mexicali es prácticamente una ofrenda a sus dioses. La ciudad bicéfala de Mexicali-Calexico es un doble portmanteau de las palabras México y California, pero también un relato fantástico sobre las relaciones secretas entre cerveza, desierto, agricultura, industria y división política. "La ciudad que capturó el sol" se ha negado desde su fundación hace 110 años a construir una idea propia de arquitectura. Por sus calles han deambulado casi todos los modelos de vivienda norteamericanos: la casa colonial californiana, la vivienda suburbana de madera, la casa modernista de techos planos y, desde principios de los años ochenta, los revivals historicistas de marca registrada impuestos por los desarrolladores inmobiliarios que asolan el libre pensar en aquella lejana ciudad del Norte.

Se sabe poco sobre el cómo y nada sobre el porqué, pero en 1968 un grupo de arquitectos, egresados en su mayoría de la UNAM y el IPN fundaron la Escuela de Arquitectura en Mexicali, bajo el cobijo de la Universidad Autónoma de Baja California. Mario Carranza, egresado de la tercera generación de arquitectos de la UABC y se formó con docentes que ejercían activamente la profesión más allá del aula de clases y para quienes la arquitectura se definía como un oficio, no en el sentido romántico que a la distancia solemos dar a la palabra, sino desde el pragmatismo técnico que le dio origen. Fue aquella escuela ambulante, alejada de la vanguardia europea y la arquitectura de la capital, la que en 1977, a través de un grupo de maestros y estudiantes, de los cuales Carranza formó parte, colaboró activamente con Cristopher Alexander –poco después de la publicación de su libro Un lenguaje de patrones– en la construcción de El Sitio, un proyecto de vivienda social para trabajadores del ISSTECALI.

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

La influencia de Carranza durante sus casi 40 años de cátedra en la Escuela de Arquitectura de Mexicali es inextricable y silenciosa; su figura es la de un profesor sin discurso, la de un personaje reflexivo que prefiere enseñar con el ejemplo, un excelente observador con un poderoso sentido común. Siendo un hombre culto e informado, no es ni crítico ni teórico, y disfruta hablar de música, arte y cine antes que de arquitectura. El profesor silencioso comparte con Glenn Murcutt su indiferencia por la tecnología y un cultivado talento para el dibujo –ambas cualidades, rarísimas en el panorama arquitectónico actual–. La obra de Mario, un hombre sencillo que sabe disfrutar la vida sin aspavientos, se caracteriza por acertadas consideraciones bioclimáticas, un funcionamiento eficaz y una relación armónica entre planta y volumetría, pero sobre todo por un orden inherente en todas las escalas del proyecto.

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

En 1993, mientras Carlos Salinas de Gortari firmaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un joven arquitecto de 39 años hacía lo propio, decidido finalmente a invertir los ahorros de toda su vida en un inusual terreno cuadrado de 15 x 15 m en la colonia Cuauhtémoc Sur, un barrio que es retrato fiel del Mexicali moderno y que podría definirse como un diccionario visual de autoconstrucción: lotes baldíos, bodegas y vivienda unifamiliar.

La obra de Mario, se caracteriza por acertadas consideraciones bioclimáticas, un funcionamiento eficaz y una relación armónica entre planta y volumetría
Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

El proyecto de la Casa Carranza debió habitar el restirador durante tres años intensos antes de poder materializarse en 1997. Se trata de un edificio tectónico, construido con block de concreto, paneles de aglomerado, policarbonato traslúcido, acero y concretos pulidos; que tiene su gesto más expresivo en la cubierta invertida que caracteriza a la pequeña vivienda. Con humildad, el arquitecto no niega la influencia de la Casa Stretto que Steven Holl construyó en Texas, y declara abiertamente su admiración por el trabajo de Rick Joy en Arizona. Quizás por eso la casa se relaciona tan bien con el barrio y parece que siempre hubiese estado allí; ha sido resuelta a partir de sus relaciones con el desierto que late debajo del asfalto, el árido paisaje convertido en moléculas de polvo, el viento ardiente que susurra viejas historias de pioneros, la luz hirviente que no deja lugar a la mentira, pero sobre todo a partir de una profunda noción de orden y paisaje.

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

La planta hace eco de la geometría del terreno, parte de un cuadrángulo de 8.5 m por lado, equivalente a 21 blocks de concreto, la unidad constructiva que rige el ritmo, proporción y dimensiones del edificio: desde el peralte de las escaleras hasta los entrepaños de los libreros, cada detalle se ordena a partir de su redonda proporción. La gran visibilidad del acceso desde el nivel de la calle se debe a los tres escalones que hay que subir para volver a bajar una vez que se ha sido recibido; antes de entrar, en el vestíbulo exterior el visitante es protegido por un cobertizo de acero suspendido con cables del mismo material. En la composición de la fachada se puede leer claramente el rigor geométrico de su diseño; donde una intrigante ventana pequeña en la puerta de acceso revela su función cuando Lenon –un bóxer cachorro– se asoma para identificar al visitante. A pesar de ser una casa pequeña se siente amplia, debido a una estrategia muy sencilla que consiste en incorporar las escaleras a la doble altura de la estancia. Esta condición de transparencia es evidente al constatar que el recubrimiento de triplay de la escalera está separado deliberadamente del muro o al notar cómo el librero de la estancia hace las veces de barandal en el segundo nivel. La cocina, aunque pequeña, es cómoda y bien integrada a la vida cotidiana; la mesa del comedor permite extender la actividad a la sala de estar, convirtiéndose así en el corazón de la actividad doméstica.

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

La terraza trasera a doble altura rápidamente se adivina como el lugar más agradable para estar por las tardes; no es difícil imaginar charlas que se extienden hasta la madrugada o las populares carnes asadas del domingo cachanilla. Para llegar al área privada en segundo nivel hay que subir y cruzar un puente de conexión que da testimonio de una ampliación no construida todavía pero ya considerada. La habitación es modesta y bien acabada, destaca su posición dominante y la extensión de pequeños balcones que dominan por un lado la estancia y por el otro el patio posterior. Como todo buen arquitecto sabe, un edificio se puede juzgar sencillamente por la calidad de sus baños, y en la Casa Carranza el baño principal es generoso y considerado.

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México

Entre toda la obra de Mario Carranza, su casa es notable pues en ella ha podido decidir y ejecutar cada detalle. A pesar de un restringido presupuesto, demostrando a la vez que el espíritu bioclimático que enarbola la escuela mexicalense de arquitectura es capaz de producir no sólo edificios eficientes, sino también nuevos modos de habitar. Resulta increíble pensar que una casa tan contemporánea como ésta fuese construida hace ya casi 20 años. Sorprende más aún su excelente estado de conservación; los materiales han respondido con prestancia y dignidad, sabedores del excepcional encargo que ha supuesto materializar el espíritu de una generación y de los anhelos de un arquitecto que como muchos otros reclama como propio el derecho a hacer buena arquitectura. Ulises Omar Zúñiga García (@Taller24), arquitecto

Casa Carranza, Arquitecto Mario Carranza, Mexicali, Baja California, México