Arquitectura reflexiva
Nacer y crecer en la quinta ciudad más caliente del mundo no debe ser cosa fácil. Si la arquitectura es una disciplina estoica, en Mexicali es prácticamente una ofrenda a sus dioses. La ciudad bicéfala de Mexicali-Calexico es un doble portmanteau de las palabras México y California, pero también un relato fantástico sobre las relaciones secretas entre cerveza, desierto, agricultura, industria y división política. "La ciudad que capturó el sol" se ha negado desde su fundación hace 110 años a construir una idea propia de arquitectura. Por sus calles han deambulado casi todos los modelos de vivienda norteamericanos: la casa colonial californiana, la vivienda suburbana de madera, la casa modernista de techos planos y, desde principios de los años ochenta, los revivals historicistas de marca registrada impuestos por los desarrolladores inmobiliarios que asolan el libre pensar en aquella lejana ciudad del Norte.
Se sabe poco sobre el cómo y nada sobre el porqué, pero en 1968 un grupo de arquitectos, egresados en su mayoría de la UNAM y el IPN fundaron la Escuela de Arquitectura en Mexicali, bajo el cobijo de la Universidad Autónoma de Baja California. Mario Carranza, egresado de la tercera generación de arquitectos de la UABC y se formó con docentes que ejercían activamente la profesión más allá del aula de clases y para quienes la arquitectura se definía como un oficio, no en el sentido romántico que a la distancia solemos dar a la palabra, sino desde el pragmatismo técnico que le dio origen. Fue aquella escuela ambulante, alejada de la vanguardia europea y la arquitectura de la capital, la que en 1977, a través de un grupo de maestros y estudiantes, de los cuales Carranza formó parte, colaboró activamente con Cristopher Alexander –poco después de la publicación de su libro Un lenguaje de patrones– en la construcción de El Sitio, un proyecto de vivienda social para trabajadores del ISSTECALI.


La obra de Mario, se caracteriza por acertadas consideraciones bioclimáticas, un funcionamiento eficaz y una relación armónica entre planta y volumetría





