Alfredo Jaar, Venezia Venezia

Con la instalación site-specific para el Pabellón de Chile, el artista chileno invita poéticamente a replantearse todo el modelo expositivo de la Bienal y canta las alabanzas de la fuerza regeneradora del arte.

Chileno, aunque afincado en Nueva York desde hace treinta años, a Alfredo Jaar no le gusta definirse a sí mismo y a su propio trabajo por afiliaciones geográficas. “What is the nationality of this work? Where is Chile here?”, pregunta retóricamente frente a Venice Venice, su intervención site-specific para la Bienal de Arte de Venecia (comisariada por Madeleine Grynsztejn). En efecto, ningún elemento o detalle de esta obra contiene una referencia a Chile. Incluso su ubicación física en las Artiglierie, ese ala del Arsenale que es privilegio de las representaciones nacionales que no tienen un pabellón estable en los Giardini, parece subrayar los rasgos poco canónicos de esta identidad. En la entrada al Pabellón de Chile nos encontramos con una fotografía en blanco y negro de 2,5 x 2,5 metros del italo-argentino Lucio Fontana en 1946, entre los escombros de su estudio milanés destruido por la guerra. Las ruinas —en este caso de un lugar de actividad crítica y creativa— son un elemento central para la obra de Jaar, porque representan la derrota y la pérdida, pero también la base necesaria para replanteamiento y la recuperación. De hecho, la imagen de Fontana (un artista que ha influenciado profundamente a Jaar) plasma un momento particularmente difícil de la historia italiana que, sin embargo dio lugar a un increible renacimiento creativo y político. Es una especie de manifiesto programático de toda la instalación veneciana, que es una invitación poética a reconsiderar el modelo expositivo de la Bienal.

Milan, 1946: Lucio Fontana visita il suo studio di ritorno dall'Argentina, © Archivi Farabola

“Lucio Fontana volvió de Argentina, donde había nacido, y encontró su estudio destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial”, explica Jaar. “Fue un momento fundamental de la historia italiana y del mundo. Italia había perdido la guerra y estaba humillada, completamente perdida y destruida. Sin embargo, un extraordinario grupo de intelectuales consiguió, en veinte años, transformar el país: en 1942, durante la guerra, Luchino Visconti presentó una película como Ossessione (Obsesión); en 1945, con guión de Fellini, Rossellini presentó Roma città aperta (Roma, ciudad abierta); en 1948, tres años después de la guerra, fue el turno de Ladri di biciclette (Ladrón de bicicletas) de Vittorio De Sica. Y podemos continuar: en 1950 fue Ungaretti con La terra promessa (La tierra prometida), en 1951 Il conformista (El conformista) de Moravia (de la que veinte años después Bertolucci rodaría una película). Y continuamos con Fellini y con el Pasolini de Accattone y Mamma Roma en el 61 y el 62. Un increible grupo de realizadores, poetas y artistas iluminó la escena cultural italiana y el mundo, colocando de nuevo a Italia en el mapa del que había desaparecido en la Segunda Guerra Mundial. La imagen que he elegido de Lucio Fontana simboliza el poder del arte y de los intelectuales para traer el cambio”.

L'artista cileno Alfredo Jaar in un momento dell'intervista, nel Padiglione Cileno

Loredana Mascheroni: La resonancia con la situación actual es grande, con la crisis económica que está destruyendo lo que hemos construido hasta ahora. Alfredo Jaar: Obviamente, la imagen de Fontana puede leerse como metáfora de lo que está sucediendo actualmente en Italia y en Europa. Tenemos un papel que jugar como artistas y como intelectuales.

Alfredo Jaar, Venezia, Venezia, Padiglione del Cile, 55. Esposizione Internazionale d’Arte, Il Palazzo Enciclopedico, la Biennale di Venezia

Loredana Mascheroni: Tu instalación continúa con un puente, en concordancia con Venecia. Alfredo Jaar: Los visitantes descubren un puente al que se les invita a cruzar, como en Venecia. Pero más que un puente físico se trata de un puente mental, porque pretendo que vayan donde nunca se ha ido. Cuando se atraviesa, se encuentra un espejo de agua lleno con agua que parece la de la laguna (hemos utilizado colorantes con el fin de obtener el mismo tono). La superficie está plana, proyecta reflejos sobre las paredes, no pasa nada. Llegan visitantes impacientes, lo atraviesan, ni siquiera se dan cuenta de que sucederá algo porque están tensos, quieren verlo todo y no tienen tiempo para perder esperando. Quien permanece es recompensado: cada tres minutos, emerge del agua una réplica perfecta de los Giardini, con los ventiocho pabellones nacionales. He creado un futuro utópico en el que la Bienal ha desaparecido y lo que aparece es un fantasma de la historia. Lo que llevo aquí a cabo es una invitación poética a replantear la Bienal, porque fue instituida en 1895, pero el mundo ha cambiado, y la organización de la Bienal, con los Giardini y sus pabellones para algunos países y para otros no, ya no es adecuada. Ha cambiado todo, es una estructura obsoleta. En 1968, Germano Celant propuso demolerla por completo y construir una gran estructura para albergar una exposición internacional abierta a artistas de todo el mundo. Así que mi idea no es ninguna novedad.

Alfredo Jaar, Venezia, Venezia, Padiglione del Cile, 55. Esposizione Internazionale d’Arte, Il Palazzo Enciclopedico, la Biennale di Venezia

Loredana Mascheroni: Creo que tu idea está ligada también a la vida cotidiana, que también puede entenderse como la sugerencia de librarse de las viejas costumbres y de los viejos objetos, con el fin de liberar la mente. Alfredo Jaar: Es una invitación a cambiar las cosas, a cambiar un viejo orden y a intentar reflejar con seriedad lo que sucede en el arte contemporáneo. Hoy en día los artistas nacen en un lugar, estudian en otro y exponen todavía en otro. Los artistas como yo no son artistas de taller. Yo no creo obras sobre mi ciudad en mi estudio. Creo obras site-specific para el contexto en el que son expuestas. Así que ¿cuál es la nacionalidad de la obra?, ¿dónde está aquí Chile? La forma mental de los artistas actuales es ésta: creamos modelos para pensar el mundo más allá de las fronteras nacionales. El Arsenale es un espacio generoso donde se parte de cero, soy libre de hacer lo que quiera, no estoy en el contexto de un pabellón con la historia de un país.  

Alfredo Jaar, Venezia, Venezia, Padiglione del Cile, 55. Esposizione Internazionale d’Arte, Il Palazzo Enciclopedico, la Biennale di Venezia

Loredana Mascheroni: A menudo dedicas tu trabajo a un lugar que consideras especialmente importante y abandonado (pensemos en el proyecto sobre Ruanda). Actualmente ¿qué lugar crees que merece tu atención? Alfredo Jaar: Hay muchos, en este momento existen 35 conflictos en el mundo y todos merecen atención, pero la atención del público es limitada. Es complicado, se hace lo que se puede.

Alfredo Jaar, Venezia, Venezia, Padiglione del Cile, 55. Esposizione Internazionale d’Arte, Il Palazzo Enciclopedico, la Biennale di Venezia

Loredana Mascheroni: ¿Crees que la limitada visibilidad de cuestiones importantes se deba a la censura de figuras influyentes, como políticos o periodistas? ¿Cuál es el deber de los artistas? Alfredo Jaar: Para mí, el mundo del arte es el último espacio que queda de libertad. Para nosotros, artistas, trabajar es un privilegio extraordinario porque tenemos la libertad de hacer lo que queremos. Loredana Mascheroni: ¿Cuál es la situación del arte en Chile? Alfredo Jaar: Es un pequeño país joven, algo está traspasando fronteras, hay muy pocos artistas con talento. Existe un pequeño panorama que está saliendo a la luz.