Este artículo se publicó en la versión impresa de Domus México 06, abril/mayo 2013
La arquitectura educativa configura en México un fuerte reto social. La tradición instaurada por el proyecto del Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas (CAPFCE) en los años cincuenta marcó la tipología de las escuelas públicas, planeadas y dirigidas por las instituciones gubernamentales. Sin embargo, la oposición entre la educación pública y privada ha permeado fuertemente el ámbito educativo del país. Mientras las escuelas públicas contaron en muchos casos con infraestructuras proyectadas y diseñadas ex profeso, muchas de las escuelas privadas fueron creciendo y adaptándose a la demanda educativa. Adaptar la infraestructura escolar privada supone limitantes de diversa índole: comerciales, económicos y hasta ideológicos. Es así que darle una solución a la creciente demanda de nuevos espacios es un reto que involucra a educadores, arquitectos e ingenieros.

El Colegio Nuevo Continente de Querétaro se fundó con una escasa población estudiantil en un terreno a las afueras de la ciudad que fue poco a poco absorbido por la mancha urbana. Con el paso de los años y el crecimiento de la población de alumnos, las instalaciones con las que contaba se volvieron insuficientes. Actualmente, la escuela tiene una matricula que supera los mil estudiantes. La renovación de las instalaciones se ha vuelto un necesidad primordial para satisfacer la creciente demanda educativa y adaptarse al nuevo entorno urbano del plantel.






