Desde que usamos cámaras digitales la calidad de una fotografía ya no depende solamente del enfoque, la exposición o la luz; también importa la cantidad de pixeles, pues nos permite ampliar la imagen y descubrir cosas que de otra forma hubiésemos pasado por alto. La Bienal de Arquitectura de Chile puede entenderse como una fotografía panorámica de la producción local tomada cada dos años. Organizada por el Colegio de Arquitectos, y realizada en la Estación Mapocho de Santiago entre el 30 de Noviembre y el 9 de Diciembre del 2012, la XVIII Bienal tuvo por vez primera a un curador, el arquitecto Sebastián Gray. Así, si en las 17 versiones anteriores la fotografía se caracterizaba por el foco o el encuadre, esta versión destacó por un aumento de pixelaje, revelando una panorámica con mas ruido del esperado.
Llegué a Santiago una semana después de que los escasos 10 días que duró la Bienal. Pero había visto el montaje por Instagram. Había seguido la inauguración por su cuenta en Twitter (@bienalarq). Había revisado las actividades por Facebook. Había descargado el pdf del catálogo. Había chateado y conversado por Skype con algunos de los organizadores. Como tenía, probablemente, más información que la que logramos recopilar en una visita –y la Bienal consiste justamente en ver arquitecturas sin visitarlas– me entretuve reconstruyendo un evento que no presencié. Solo me faltaba recoger opiniones.
Ya en Chile recibí comentarios sobre la belleza formal del montaje y su inteligente uso del espacio aéreo, la precaria reflexión museográfica, la excesiva seguridad ("desde que vino Obama no veía tantos guardias"), e incluso sobre el olor ("olía fatal, ese cartón reciclado está hecho de cosas sospechosas"). El montaje diseñado por Lyon-Bosch consistía en módulos romboidales de cartón que colgaban de la gigantesca nave de la Estación Mapocho, invirtiendo la forma de la bóveda metálica. En la parte inferior de los módulos se pegaban las láminas gráficas con la información de los proyectos, o bien operaban como lámparas para mesas donde se exhibían maquetas. La intervención ocupaba creativamente la gran nave, pero al parecer dejaba sin contestar la pregunta sobre cómo exponer arquitectura en una época de sobreabundancia de imágenes.
XVIII Bienal de Arquitectura de Chile: una fotografía con ruido
A unos meses del cierre de la exposición, la perspectiva panorámica de arquitectura chilena que presentó la última edición de la Bienal, sugiere que dicha estrategia –inclusiva y jerarquía– podría ser el inicio de una sana y necesaria discusión sobre el estado de la producción local.
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- Francisco Díaz
- 21 febrero 2013
- Santiago
Sobre la curaduría recogí opiniones acerca del agotamiento del formato de la Bienal, o la escasa relación de los invitados con el tema del evento, junto a cuestionamientos al título ("el tema de la ciudad para ciudadanos nunca fue problematizado"), y a la decisión de exponer todo lo recibido ("mostrar todo es también mostrar nada"). El lema "Ciudades para Ciudadanos" que titulaba esta Bienal, ponía a la arquitectura en un sitial de conflicto, pues tanto "ciudad" y "ciudadanía" son conceptos problemáticos para un ecosistema profesional habituado a escribir arquitectura con "A" mayúscula, y que prefiere operar sobre paisajes naturales en lugar de enfrentarse a la urbe neoliberal latinoamericana. Paralelamente, el lema también buscaba conectar a la arquitectura con una sociedad mas empoderada, que en los últimos años había redescubierto a la ciudad como espacio de participación política.
Bajo esas premisas la curaduría no podía ser silenciosa. Las exposiciones no hablan pero sí pueden generar ruido.
Justificada como una forma de transferir al público el juicio crítico, la decisión de exponer sin filtro los 238 proyectos recibidos para la Muestra Nacional –evitando seleccionar en base a criterios de calidad– fue quizás la mas ruidosa de todas. La loable intención de transformar la Bienal en un espacio de "reflexión y debate" fue resistida por un ecosistema habituado a entender este evento como una vitrina de validación profesional.
Ahora bien, si la idea de esta Bienal era resaltar el vínculo entre arquitectura y ciudadanía a través de la ciudad, la pregunta es si es posible evidenciar esa conexión solo exponiendo obras y proyectos.
Ahora bien, si la idea de esta Bienal era resaltar el vínculo entre arquitectura y ciudadanía a través de la ciudad, la pregunta es si es posible evidenciar esa conexión solo exponiendo obras y proyectos. Como fotografía de la producción edilicia en un período determinado, la Bienal deja fuera todas aquellas formas de hacer arquitectura que no decantan en "obra"; pero esos "otros" modos de producción son los que mas cerca están de las dinámicas de empoderamiento ciudadano que la Bienal aspiraba a destacar. De ahí que el choque entre las intenciones y el formato plantee varias preguntas: ¿Cómo convertir la Bienal en una instancia real –no retórica– de participación ciudadana? ¿Puede la Bienal ofrecer alguna forma de participación que no haya sido ya explotada por los blogs?
Aun así, la decisión de aumentar el pixelaje de la fotografía –exponiendo todas las obras recibidas– merece ser valorada, pues permite sincerar el verdadero estado de la producción chilena en los últimos años además de revelar quienes se restan de participar. Sin el brillo de las estrellas capturando la atención, finalmente pudimos ver la imagen completa.
La intranquilidad generada por esa fotografía mas nítida de la arquitectura chilena, puede ser el inicio de una sana y necesaria discusión sobre el estado de la producción local. De ser así, la Bienal estaría logrado su objetivo de generar debate aun si éste se produce después del evento. Porque si en la era del blog la arquitectura se valora en función de comentarios gatillados por imágenes, una fotografía con más pixeles y más ruido debiese ser celebrada. La cantidad de comentarios que recogí sería entonces un buen indicador del éxito de esta Bienal. Sin embargo, cuando el ruido producido por la nitidez de la fotografía se acabe, debemos preguntarnos si reproducir la lógica del blog sigue siendo una estrategia válida. Francisco Díaz (@panchodiaz)