Máscaras modernistas

Envuelto en sus enigmáticas texturas, la casa/estudio en Cuernavaca en donde vivió el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros durante sus últimos diez años de vida, es ahora el corazón de un nuevo museo y centro de producción cultural diseñado por Frida Escobedo.

Este artículo se publicó en la edición impresa de Domus México 04, diciembre 2012/enero 2013 y Domus 963 / noviembre 2012

La simulación es una actividad parecida a la de los actores y puede expresarse en tantas formas como personajes fingimos. Pero el actor, si lo es de veras, se entrega a su personaje y lo encarna plenamente, aunque después, terminada la representación, lo abandone como su piel la serpiente.
—Octavio Paz, "Máscaras mexicanas", en El laberinto de la soledad [1]

A primera vista, el recién inaugurado museo La Tallera Siqueiros, diseñado por Frida Escobedo –arquitecta radicada en la Ciudad de México– ubicado en Cuernavaca, Morelos, parece ser un tributo al pasado de México. La cruda celosía de blocks de concreto dispuestos en un patrón piramidal que enmascara el interior puede leerse como un guiño al distante lenguaje del modernismo estatal mexicano, un estilo arquitectónico profundamente arraigado en el colectivo imaginario del país. Podría parecer una intervención obvia, que a través de su aparente "diseño mexicano" busca reiterar los ideales del pasado revolucionario. En otras palabras, La Tallera Siqueiros de Frida Escobedo podría interpretarse como un edificio que se aferra nostálgicamente a la historia.

Pero hay algo mucho más complejo detrás del velo "contextual" del edificio. Lo que la nueva Tallera Siqueiros representa en realidad es un periodo de transición en la producción de cultura mexicana contemporánea; una estrategia de trabajo que representa a una nueva generación de profesionales que se disfrazan a sí mismos en un intento de romper con un legado que ya no los representa.

Frida Escobedo, La Tallera Siqueiros, Cuernavaca, México, 2012.

Durante una conferencia de prensa realizada para anunciar los logros que en materia de cultura se alcanzaron durante la administración que termina, Consuelo Sáizar, la cabeza del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) comentó como observamos nuestro pasado para tirar hacia delante. Si bien su declaración pudo haber sido sincera, al hablar de la cultura auspiciada por el gobierno en México, algunas cosas sencillamente no parecen estar avanzando. Al contrario, hay algo acerca del complejo paisaje cultural de México que no le permite escapar de los recuerdos de sus exitosos años dorados de vanguardia artística.

La Tallera Siqueiros aspira recuperar el rol cultural del legendario sitio, que fue la residencia del muralista David Alfaro Siqueiros durante sus últimos años de vida.

La agenda retrospectiva a la que generalmente se adhiere el gobierno puede ser una de las razones de esta circunstancia. Otra podría ser el circo burocrático que rodea actualmente a la política mexicana. En un país donde la cultura es por lo general auspiciada por el gobierno, los resultados suelen representar la idea que este tiene sobre lo que es arte en lugar de ofrecer un genuino acercamiento progresista.

Durante esa misma conferencia de prensa, Sáizar enlistó los muchos proyectos culturales inaugurados durante la presente administración. Entre ellos mencionó la rehabilitación de La Tallera Siqueiros; estudio y hogar desde principios de la década de 1960 hasta 1970 del fallecido muralista y activista político David Alfaro Siqueiros. Este proyecto busca recuperar el rol cultural del legendario sitio convirtiéndolo en un dinámico "museo, taller, residencia artística y lugar de encuentro para la producción y crítica de arte". [2] Dentro de este contexto, el exitoso diseño de Frida Escobedo para la nueva Tallera responde a la agenda gubernamental retrospectiva y al mismo tiempo provee un espacio libre de los estigmas de los proyectos auspiciados por el gobierno.

Lo que la nueva Tallera Siquieiros representa en realidad es un periodo de transición en la producción de cultura mexicana contemporánea
Una celosía geométrica de triángulos de concreto enmascara el proyecto original de Siqueiros construido en 1965. Como dijo alguna vez “La Tallera fue una idea que tuvimos Diego Rivera y yo en los años 1920: un taller en donde practicar y enseñar las técnicas del muralismo”.

Siqueiros, uno de los fundadores del movimiento muralista en México, conocía bien este tipo de situaciones. Un revolucionario radical durante toda su vida, en numerosas ocasiones soportó acusaciones en su contra por sus extrovertidos mensajes políticos de izquierda. El mensaje de Frida, por otro lado, retrata la audacia de un actor dramático, aquel que se disfraza momentáneamente para representar a un personaje. La nueva Tallera exhibe con gran maestría un malabar arquitectónico y sociopolítico; un acto bien interpretado que cuidadosamente muestra la necesidad de mirar hacia adentro, para ofrecer un espacio autónomo para la reinvención desde ahí. Se enmascara como moderno para hacerse contemporáneo.

Izquierda: Vista desde el patio de la residencia. Derecha: Espacio de transición interior que muestra el muro blanco preexistente así como la intervención en celosía

Dentro de este caparazón, el programa de la Tallera incorpora espacios artísticos y de investigación dentro de la vieja casa de Siqueiros, así como un pequeño espacio de archivo donde su trabajo será conservado y puesto a disposición de investigadores. El elemento más "extrovertido" en la "sutil" propuesta es la astuta decisión de reconfigurar dos gigantescos murales de Siqueiros que originalmente estaban dispuestos en uno de los patios internos del edificio, de manera que sólo podían apreciarse vistazos de sus coloridos trazos angulares desde la calle. [3] Los murales se posicionaron mirando hacia fuera, hacia una plaza pública adyacente. Para hacer esto, Frida removió una pared perimetral haciendo público el patio que antes era privado y extendiendo las dimensiones de la cuadra. La dirección angular que hay ahora es una invitación abierta para entrar a la Tallera. En vez de tener eventos privados en el exterior, el nuevo diseño permite tener actividades públicas en el exterior con un área mucho más amplia para la congregación.

Ademas de otorgar una liga visual con la plaza, los murales marcan el volúmen que contiene la cafetería del lado derecho y la biblioteca y los archivos de lado izquierdo

A través del uso de materiales rudimentarios, la Tallera de Frida se coloca dentro del contexto e invita a un público local entrenado en la escuela modernista. Al dejar el esqueleto del edificio existente –que incluye la sala de exposiciones principal– en blanco y usando sólo concreto expuesto en la parte nueva, el proyecto muestra los vestigios del viejo taller, que sirve como referencia visual del espacio añadido. Más aún, el proyecto recupera la innovadora tecnología de Siqueiros para realizar murales, recurriendo a un sistema de fosas y poleas, no con la intención de celebrarla como pieza de museo sino por su original sentido funcional.

En un país asolado por las ideas sin realizar del pasado modernista, donde los mensajes revolucionarios tendían a ser tergiversados por los partidos políticos, los nuevos productores culturales tienen que ser capaces de disfrazarse para lidiar con esta condición a un grado tal que puede confundirse con conservadurismo. Como Octavio Paz señala en su punzante ensayo "Máscaras mexicanas": "La disimulación exige mayor sutileza: el que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible, pasar desapercibido, sin renunciar a su ser." Esta no es una tarea sencilla, y sin embargo, la nueva y enmascarada Tallera Siqueiros de Frida Escobedo ofrece el marco para un laboratorio autónomo donde puede experimentarse con la articulación de la voz de una nueva generación de productores culturales. José Esparza Chong Cuy (@JoseEsparza), curador y escritor

La Tallera Siqueiros, proceso de obra

Notas:
1. Paz, Octavio. El Laberinto de la Soledad; Postdata; Vuelta a El Laberinto de la Soledad. México: Fondo de Cultura Económica, 1993.
2. Sistema de Información Cultural
3. Originalmente, había tres grandes murales, uno de ellos frente a la plaza. Sólo dos han sido puestos a disposición del proyecto por falta de fondos necesarios para la restauración del tercero.

El soporte original de los murales, fue usado para que brindar el acceso a la plaza principal, hacia la entrada, el marco funciona como fachada y le membrana de concreto que envuelve el edificio crea un borde incierto entre el interior y el exterior