Juan Carral: Prácticas del habitar cotidiano

Un edificio "anónimo" que se suma al perfil urbano de la cuadra, se apropia del espacio y se incorpora al sistema de una de las colonias más dinámicas del Distrito Federal.

Este artículo se publicó en la versión impresa de Domus México 02, Agosto/Septiembre 2012

In short, space is a practiced place. — Michel de Certeau La Ampliación Daniel Garza (ADG) es una colonia pequeñita, al sur de la Segunda Sección de Chapultepec, que quedó atrapada entre grandes ejes viales. Su ubicación en la zona central de la ciudad es privilegiada; aún así, su configuración y sus circunstancias (difícil acceso, pocas opciones de transporte público) la han mantenido como colonia popular de vecindades y vivienda unifamiliar. Esto ha favorecido la vida en comunidad, la vida de barrio. Los habitantes se apropian de las calles, no sólo al caminarlas, sino al usarlas como punto de reunión y convivencia. Incluso los comercios han logrado mantenerse locales. Sin embargo, en los últimos años, una serie de transformaciones urbanas han repercutido en la forma de habitarla.

De casa a espacio cultural
A mediados del siglo XX, en la calle General Francisco Ramírez de la ADG, Luis Barragán construyó primero Casa Ortega (1940) y después Casa Barragán (1947), lo que propició la aparición de otras casas modernas en la colonia. La conversión de Casa Barragán en museo ha atraído una inmensa variedad de miradas y paseantes a la zona. A este fenómeno se han sumado nuevos visitantes en los últimos meses por la apertura de dos espacios culturales en casas modernas existentes (ambas intervenidas por Fernando Romero): Archivo Diseño y Arquitectura (ADA), ubicado al costado derecho de Casa Barragán, obra de Arturo Chávez Paz (1952), y, en la acera de enfrente, la nueva sede de la galería LABOR, ocupando la antigua casa de Enrique del Moral (1949).

Estos espacios no sólo están buscando atraer público a través de muestras temporales, sino hacer un esfuerzo por integrarse a las actividades de la colonia, provocando diálogo y convivencia. ADA, por ejemplo, además de ofrecer exposiciones y áreas de consulta públicas, está proponiendo actividades en comunidad que puedan propiciar la apropiación espacial. Uno de sus experimentos fue organizar partidos de futbol en la cuadra, con lo que lograron una primera conexión con el barrio. Asimismo, parece atinada su decisión de comenzar exponiendo objetos de diseño que forman parte de la vida diaria, para crear un vínculo con la cotidianidad desde el inicio. Al final de cuentas "esta cuadra ya es un corredor cultural" como dijo el vigilante de ADA sobre las recientes transformaciones en la colonia.

Principal y arriba: Vista interior de departamento del edificio de vivienda mínima diseñado por Juan Carral en la calle Francisco Ramírez número 43, Ciudad de México

De casa a multifamiliar
Antes de la inserción de estos espacios culturales, fueron apareciendo algunos edificios de departamentos en las calles de la ADG, trayendo más densidad y movimiento a la colonia. Las decisiones de diseño y construcción en la mayoría de éstos no parecen haber sido tomadas pensando en las características de la colonia o sus distintos tipos de habitantes. Sin embargo, existe una excepción.

En la esquina de General Francisco Ramírez y Gobernador José Ceballos se encuentra un edificio de vivienda mínima diseñado por Juan Carral y construido por Alter Arquitectura: una construcción angosta de planta rectangular, con seis niveles (planta baja de estacionamiento) y 15 departamentos de 48 m2 (tres por nivel). Inspirado por la arquitectura popular de los años cuarenta y cincuenta de colonias como la Escandón, la Juárez y la Cuauhtémoc, Carral buscó hacer un edificio "anónimo" que contribuyera a armar el perfil urbano de la cuadra. Así, en lugar de hacer un objeto perfecto y autónomo, logró un edificio que se apropió del espacio y se incorporó al sistema de la colonia. El edificio está construido con materiales aparentes y su presencia hacia la calle es discreta. La estructura portante es de concreto armado y se divide en tres módulos iguales. Los elementos horizontales varían de nivel, respondiendo al dinamismo de los espacios interiores. Los vacíos entre la estructura se aíslan con vidrio y muros de block de cemento. Hacia la calle, los muros están recubiertos por una loseta de barro que enfatiza la horizontalidad, mientras que al interior están pintados de blanco. La posición de las ventanas varía según la configuración de los departamentos. Esta combinación de estructura modulada y variaciones requeridas según lo que sucede en el interior genera un diálogo interesante entre lo genérico (la repetición) y lo específico (la adaptación a las circunstancias).

Inspirado por la arquitectura popular de los años cuarenta y cincuenta de colonias del Distrito Federal como la Escandón, la Juárez y la Cuauhtémoc, Carral buscó hacer un edificio “anónimo” que contribuyera a armar el perfil urbano de la cuadra

La colindancia también ofrece un buen cuadro a la ciudad. Al dejarla sin piel, queda a la vista el núcleo de circulaciones que conecta todos los departamentos, lo que permite ver el movimiento por los distintos niveles. Al visitar el edificio y hablar con los habitantes, se puede comprobar que esta configuración ha propiciado la convivencia entre ellos. Al interior, los departamentos están conformados por un espacio común que separa lo público (cocina y estancia) de lo privado (descanso y baño), a través de un cambio de altura. Esta disposición define el volumen de los departamentos y determina su acomodo en una especie de retícula de Tetris. La variación en altura se da —según el nivel en el que se encuentran— en la losa o el piso. Los departamentos que tienen nivel continuo en piso son los que se perciben más amplios.

A pesar de ser un edificio aparentemente sencillo, es complejo por la forma en que se ha integrado a la vida de la colonia. Carral supo interpretar las contingencias y sacar provecho de ellas para promover la apropiación espacial a través de las prácticas de la vida diaria.
La fachada del número 43 de Francisco Ramírez juega con módulos rectangulares configurando el ritmo a través de los muros y ventanas

Los habitantes han aprovechado la flexibilidad que estos departamentos ofrecen al ocuparlos y los han ido transformando: hay quien ha enfatizado la separación de usos a través de libreros o cortinas, quien ha construido un tapanco en la altura mayor para ganar área útil, quien ha convertido dos en uno, o quien ha transformado su terraza en la azotea. También han sido utilizados de formas distintas: vivienda, oficina y estudio. Es un proyecto que ha permitido la apropiación y transformación, provocando que cada unidad, ya de por sí con variaciones, adquiera carácter propio.

A pesar de ser un edificio aparentemente sencillo, es complejo por la forma en que se ha integrado a la vida de la colonia. Carral supo interpretar las contingencias y sacar provecho de ellas para promover la apropiación espacial a través de las prácticas de la vida diaria.

La flexibilidad del espacio dado por las grandes plantas libres permite que el usuario adapte su mobiliario como mejor le convenga

Integración, transformación y apropiación: prácticas del
habitar cotidiano
Tanto los nuevos espacios culturales como el edificio de Juan Carral son propuestas frescas y críticas, no sólo preocupadas por la forma, sino por las consecuencias. Ambos fenómenos fomentan la regeneración urbana de la ADG a través de la vida cultural y en comunidad, ofreciendo posibilidades de transformación y apropiación espacial, tanto para los habitantes locales (los de siempre y los recientes), como para los visitantes. Esto invita a reflexionar sobre maneras en que las nuevas inserciones pueden modificar la vida de un barrio sin que pierda sus virtudes. Podría esperarse que estas transformaciones y este nuevo núcleo cultural lleven, con el tiempo, a una mayor integración de todos los elementos del sistema con la meta de una óptima vida cotidiana en comunidad. Jimena Hogrebe (@jimenahogrebe), arquitecta e historiadora de la arquitectura

Izq: La colindancia devela el núcleo de circulaciones que conecta todos los pisos, permitiendo ver desde la calle el movimiento por los distintos niveles. Der: Todos los departamentos tienen la misma configuración ahorrando las circulaciones al máximo
Los departamentos miden 6 x 8 m. La altura máxima que permite el reglamento de construcción del Distrito Federal es 3.6 m la cual se usó al máximo. A través de la norma 26 del RCDF se redensificó el espacio
Los departamentos están conformados por un espacio común que separa lo público (cocina y estancia) de lo privado (descanso y baño), a través de un cambio de altura
Los habitantes han aprovechado la flexibilidad que estos departamentos ofrecen al ocuparlos y los han ido transformando
Los departamentos están muy bien iluminados gracias a de los grandes ventanales de la fachada principal y de las pequeñas entradas de luz en los accesos