Este artículo se publicó en la versión impresa de Domus México 01, Junio/Julio 2012
Comisionado por una agrupación de productores independientes de conciertos y eventos con la prerrogativa de tener un foro que les permitiera trabajar en paralelo con las principales empresas de su ramo, y con la necesidad de destacarse de el resto de espacios similares existentes, el Auditorio BlackBerry presentaba una serie de requerimientos a cumplir esenciales para garantizar su viabilidad. El diseño, trabajo de la oficina de arquitectura Atemporal soluciona de manera óptima estos retos. El BlackBerry es, sin duda el mejor auditorio en su categoría en el país. Sin embargo, más allá de resolver un programa arquitectónico expone en todos los niveles del desarrollo del proyecto una manera de entender y responder a su circunstancia y entorno. Esta es la clave de los logros de la intervención al edificio que ofrece un método flexible que será un referente para la producción de otros ámbitos de formación de identidad en la ciudad.
La accesibilidad como eje del proyecto
Habiendo contemplado la posibilidad de construir un edificio nuevo, tras dos años de búsqueda de predios e inmuebles, Atemporal propuso ocupar el antiguo Cine Las Américas [1] en un predio localizado en la colonia Hipódromo Condesa, una de las zonas más transitadas y deseadas por un segmento de jóvenes de clase media en la ciudad. El inmueble tiene, en un radio de menos de 100 metros, acceso a todos los medios de transporte público de la ciudad (metrobús, metro, microbús, taxi y ecobici) y cuenta con estacionamiento propio. Teniendo muy claro los perfiles y prácticas urbanas y de movilización de sus usuarios, el BlackBerry es el único espacio de su tipo en la ciudad que no genera conflictos viales. Su localización es insuperable y la experiencia de llegada y salida cómoda y sin contratiempos.
Oportunismo espacial ante lo contingente en la ciudad
A meses de su apertura, el Auditorio BlackBerry es ya uno de los referentes más interesantes de arquitectura para espectáculos en la Ciudad de México.
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- Rodrigo Alcocer
- 11 agosto 2012
- Ciudad de México
La ocupación y aproximación al espacio como ejercicio racional (y experiencia estética)
Es significativo que el proyecto original del Cine Las Américas sea de José Villagrán García, autor y exponente máximo de el "racionalismo" arquitectónico en México, movimiento cuyos preceptos malinterpretados e hipertrofiados siguen predicándose. Me parece interesante la relación por el enfoque racional, mas no racionalista, de la propuesta. La experiencia del equipo de Estudio Atemporal en el ramo se revela en su estrategia de diseño que replica las acciones y operaciones diagramáticas, claras y unidireccionales descritas en una lista de producción.
El proyecto plantea una distribución espacial clarísima, casi una traducción a muros del diagrama de funcionamiento de un circuito. Accesos que llevan a un vestíbulo (con una barra de más de 15 metros). A los costados del vestíbulo bloques de baño simétricos que penetran en la zona de pista y son accesibles desde ella. Del vestíbulo, a ambos costados también, circulaciones verticales que llevan al segundo nivel. En el segundo nivel, otro vestíbulo rectangular, que en uno de sus costados largos cuenta con acceso a gradas, palcos y plateas, mientras que al otro lo delimita un muro cortina de vidrio que da a una terraza, un espacio al aire libre habilitado para fumar. El auditorio se divide fácilmente para poder alojar eventos de diferentes escalas, incluso distintos usos simultáneos. Esta modalidad de espacio compartimentable en un auditorio de este tamaño es una ventaja adicional, pero lo más destacable del edificio es la nobleza de las áreas colectivas fuera de la zona de pista que facilitan y promueven la interacción social, complementando la parte puramente funcional del auditorio. El espacio para el espectáculo en la ciudad por fin integra y aloja propiamente el ritual de encuentros e intercambios que surgen en paralelo al concierto o función.
Técnica aplicada para cumplir, no para sorprender
La viabilidad del proyecto dependía del cumplimiento de una serie de requisitos estrictos. En contra de la fantasía emancipadora y utópica del arquitecto contemporáneo, la realidad exigía la realización del proyecto bajo las tres "B"s que son la constante en la realidad constructiva mexicana: barato, bueno y bonito; el venustas, firmitas, y utilitas de los países en crisis permanente.
El BlackBerry tenía que ser muy efectivo en sus costos. Esto implicaba un proceso y materiales de obra baratos, pero sobre todo un tiempo de obra corto para empezar a pagar la inversión lo antes posible. El auditorio se ejecutó en 10 meses: un mes para demoler el casino preexistente que lo ocupaba y nueve para construirlo. Las decisiones de diseño que implicaban la reducción de costos y el valor histórico del edificio moldearon su particular estilo interior.
Retoma lo ocurrido en el pasado, responde a las condiciones que surgen a partir de su existencia y, sobre todo, deja que ocurran cosas a su alrededor, infiltrándose de maneras subrepticias en su espacio circundante, sugiriendo un cambio de actividades a partir de su aparición, más que imponiéndolo.
El interior del auditorio está definido por un ejercicio de arqueología de una ruina de 60 años. Se "encontró" un edificio con distintas etapas de ocupación Se buscaron referencias del diseño original en los libros y archivos y pistas espaciales existentes para modificar la estructura lo menos posible. Las adiciones al vacío generado son puntuales: una barra de madera aislada, los bloques de servicio recubiertos en un laminado negro, la iluminación del vestíbulo con su cableado expuesto y arreglado. El escenario es una estructura de acero separada de todo menos del piso. Esta estética de ocupación provisional no intrusiva, aditiva y siempre en proceso, da la sensación de un concepto unificante para todo el edificio. El auditorio también tenía que contar con una isóptica y una acústica superior a la oferta de los foros en su rango, en este caso, las visuales estaban parcialmente solucionadas al ubicarse en un viejo cine. A esta condición se le sumaron tres sutiles cambios de nivel en el piso y un escenario que cumple su principal cometido: es visto desde todos lados sin obstrucciones.
En términos acústicos, la decisión estilística de dejar los muros preexistentes del edificio sin acabado alguno implicó generar grandes elementos de reflexión y absorción del sonido.. Con un enfoque completamente analógico, el equipo de diseño recurrió a USTD Y JGH para el diseño de enormes páneles acústicos cuya materialidad y escala le dan al interior de la sala su identidad visual y auditiva. Estos páneles compuestos de diferentes capas, acabados en triplay de pino crudo —mismo material del que está compuesto el plafón de la barra del fondo de la sala— son móviles y están diseñados de tal manera que, dependiendo de su acomodo, los tiempos de reacción del audio en la sala pueden ser manipulados para dar una respuesta acústica perfecta a teóricamente cualquier manifestación sonora en el escenario .
El proyecto no pretende ser más de lo que puede ser, tampoco niega sus condiciones
Son incontables los proyectos de alcance colectivo que son tratados como si fueran polos de atracción y desarrollo en nuestras ciudades. El arquitecto tiende a sentirse doctor y a entender su labor como la de curar a la ciudad enferma. Si en la modernidad de principios del siglo XX el tratamiento considerado más efectivo para la ciudad era la cirugía, o la amputación, a finales del mismo siglo los remedios quisieron ser más holísticos. El concepto de "acupuntura urbana" tomó revuelo. De pronto todo edificio se volvió una acción estratégica importante que podía mejorar todo el sistema. El resultado ha sido una heterotopía urbana donde cada intervención arquitectónica vela únicamente por los intereses de sus autores y quienes los comisionan, mientras se dice estar "velando por el bien de la ciudad".
El auditorio BlackBerry se ha infiltrado en la parte más decaída de uno de los barrios céntricos, con más tráfico, y con más condiciones de deseo y habitabilidad de la ciudad. El deterioro de la pieza original que ocupaba la envolvente del Centro Comercial y Cine Las Américas implicó la desaparición de usos a su alrededor, la desaparición de tránsito e interacción afuera de sus muros; un vacío circundante que no tardó en ser ocupada por otros usos como el ambulantaje, la prostitución, y el narcomenudeo La infiltración del ABB en ese sitio, sin embargo, ha modificado lo que ocurre a su alrededor. La presencia del auditorio en este contexto abre las posibilidades a una cuadra más de la ciudad donde la gente se puede reunir con sus similares y confrontar con sus diferentes, generando el caldo de cultivo para una ciudadanía que no tiene miedo de los otros ciudadanos.
La lección principal de el Auditorio BlackBerry, creo, es que lidia con su contingencia reconociéndola como parte esencial del proceso de diseño. En vez de intentar imponerse a la realidad de su entorno y sus propias condiciones, prefiere negociar con este. Retoma lo ocurrido en el pasado, responde a las condiciones que surgen a partir de su existencia y, sobre todo, deja que ocurran cosas a su alrededor, infiltrándose de maneras subrepticias en su espacio circundante, sugiriendo un cambio de actividades a partir de su aparición, más que imponiéndolo. Es una estrategia efectiva y sobre todo eficiente que demuestra que si los objetivos están claros, la planeación es cuidadosa, y los métodos son sensatos, cualquier proyecto puede alcanzar su máximo potencial. En un país donde los presupuestos destinados a la cultura y el entretenimiento son mínimos o se aprovechan mal, el auditorio BlackBerry — así como las mentes y el capital detrás de él— marcan una ruta a replicar para iniciativas que quieran causar un impacto importante en el ámbito del desarrollo cultural con recursos materiales y económicos mínimos. Rodrigo Alcocer (@rodrigoalcocer)
NOTAS
[1] El antiguo Centro Comercial y Cine las Américas fue uno de los primeros complejos comerciales y de uso mixto del país. El proyecto original consistía en la ocupación completa de una manzana. Articulando todo el complejo, se encontraba una monumental sala de cine para 3000 personas distribuidas en una planta baja y un balcón en el nivel superior a la que se accedía la calle de Tlaxcala y por un tunel al edificio comercial que penetraban desde Insurgentes hasta el vestíbulo del cine en el centro de la manzana.
En los setenta el edificio quedó abandonado y deteriorado. La aparición del metro Chilpancingo en 1988 cambió los usos de los comercios, las plantas bajas se dividieron, las fachadas se cerraron. En los noventa con la apertura comercial a las cadenas de cines trasnacionales y sus salas múltiples es que el edificio sufre una serie de desafortunadas modificaciones al interior. La sala principal se divide, los palcos se convierten en otras salas más pequeñas.
Con la crisis económica de 1994 el conjunto vuelve a entrar en completa decadencia. A mediados de la década pasada el cine se transformó en un casino, que ocupó la sala sin consideración alguna por la preexistencia arquitectónica. La altura noble compartimentada para dar cabida a cabinas de vigilancia, cajas fuertes y oficinas.
Luces y ruidos de sirenas, maquinitas y monedas cayendo ocuparon la gran sala de Villagrán. Ductos de aire con oxígeno agregado (para incitar al juego) fueron atravesados indiscriminadamente, el mármol fue sustituido por placas imitación. El casino no duró ni dos años hasta que de nuevo fue abandonado, dejando atrás todo su detrito.